Durante las últimas décadas el concepto“Hiperactividad” ha sido ampliamente difundido y ha llegado a tomar una relevancia tal que podría decirse que cualquier persona supone saber a lo que se refiere el término y lamentablemente concluyen pensando que así se les dice a los niños que son muy inquietos, pero nada está más cerca del error que eso pues tal como lo señala el DSM-IV “el diagnóstico debe establecerse con cautela, sobre todo en niños pequeños”.

No hay que confundirse, los niños pequeños normalmente son activos de hecho se espera que así lo sean pues es un indicador saludable de un desarrollo emocional y cognitivo normal. Ser activos, curiosos, caprichosos, enojarse fácilmente, realizar rabietas y negarse a hacer ciertas labores no debería de preocupar demasiado a los padres, esto forma parte de la naturaleza del niño, a menos que ese comportamiento sea prolongado e interfiera en los diversos ámbitos de la vida de éste de tal forma que le imposibilite totalmente realizar las actividades comunes a un menor de su edad.

 La hiperactividad, como comúnmente se le conoce, es un trastorno de conducta de origen neuropsiquiátrico que requiere de la evaluación y tratamiento tanto de un médico psiquiatra como de un psicólogo, pero a final de cuentas esto supone que no debería ser tan común como aparenta serlo en la actualidad. Por otra parte, dado que los síntomas tienden a producirse más fácilmente en situaciones de grupo,  son los maestros quienes suelen identificarlo en una gran cantidad de niños en edad escolar; sin embargo algunas autoridades educativas no poseen los conocimientos necesarios en el tema, pero aun así muchos niños son diagnosticados con TDAH por error, desesperación o ser la explicación más racional que encuentran a dicho comportamiento.

 El trastorno de hiperactividad es más común en niños que en niñas; los menores con este trastorno difieren de los niños normalmente activos por estar constantemente en marcha y tocarlo todo; se precipitan a cualquier sitio, se suben o saltan sobre un mueble, corren por toda la casa, experimentan dificultades para participar en actividades sedentarias de grupo en las clases (p. ej., para escuchar un cuento), tienen dificultades para permanecer sentados, se retuercen en el asiento, trajinan objetos, dan palmadas y mueven sus pies o piernas excesivamente. A menudo se levantan durante las comidas, mientras miran la televisión o al realizar tareas escolares, hablan en exceso y producen demasiado ruido en actividades tranquilas. La impulsividad se manifiesta por impaciencia, dar respuestas precipitadas antes de que las preguntas hayan terminado, no esperar su turno e interrumpir frecuentemente a otros hasta el punto de provocar problemas.

 En conclusión, los niños que padecen TDAH realmente deben de recibir un tratamiento adecuado para sobrellevar la situación ya que no se trata de un berrinche o de un mal comportamiento, y su manejo suele ser muy complicado para sus padres, tutores y maestros, quienes también pueden tomar asesorías profesionales para aprender a tratar con un menor con este déficit. Sin embargo, la realidad es que el trastorno por déficit de atención con hiperactividad tiene una prevalencia de entre el 3 y el 5% en niños de edad escolar, datos citados en el Manual Diagnóstico y Estadístico de los Trastornos Mentales (DSM-IV), por ello le invitamos a informarse un poco más, para que aprenda a identificar si su hijo verdaderamente necesita el apoyo de un profesional.

Departamento de Psicología CIC

Fuente: Manual Diagnóstico y Estadístico de los Trastornos Mentales

Más información: TDAH y Tú

Diagnóstico y tratamiento

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